Hola, leyendo algunas respuestas tuyas me interesa tu opinión sobre el futuro económico en el que nos vemos sometidos a seguir y a la sociedad en estas transiciones que ''evolutivamente'' fundamentan razones de cambios ?
Que los poderosos quieren mantener el status quo y ser más poderosos no es nada asombroso ni es admisible que alguien venga a estas alturas a presentarlo como el gran descubrimiento de la sociología hipster. Pasa con todos los poderosos en todos los sistemas económicos. En todos. Pero también está el hecho de que ha habido una evolución social que no se habría dado si no se la hubiéramos arrancado los de abajo a los de arriba. Sindicatos, horarios, salarios, derechos sociales, políticos y económicos, rechazo al sexismo, al racismo, a la homofobia, a otros tipos de discriminación, escuela pública, sanidad, avances hacia la igualdad ante la ley... todo eso no ocurrió porque el mecanismo perfecto que se imaginan muchos tuvo una pequeña avería. Ocurrió porque hay personas que sabe que la gente puede influir en la evolución de las cosas... y no sólo rompiéndolas. Y esa gente se decidió a cambiar las cosas: los organizadores sindicales, las organizaciones campesinas, los partidos, los profesores y médicos con conciencia crítica, los activistas de distintas causas e intereses, en fin.
Decía yo el otro día en una entrevista que "todo cambio debe venir desde abajo", y no porque crea en los planteamientos anarquistas sino porque para arriba el cambio siempre es amenazante, puede romper la inercia del poder económico, político y religioso y obligar a los de arriba a bajar y además tolerar ver a los de abajo subir. Y al hablar de "arriba", de los que tienen poder, debe quedar claro que obviamente estoy generalizando, y que sé que hay muchos que están en el poder y que también son agentes del cambio, desde Negroponte hasta Gates, desde Mandela (que era de la familia real Thembu gracias a lo cual pudo estudiar en universidades occidentales) hasta un químico como Robert Boyle. Vamos, que la lucha entre los intereses colectivos de las clases no me da para hacer la guerra contra los individuos pertenecientes a otras clases.
Me niego a aceptar los enemigos fáciles, el "ellos" al que acude el demagogo para conseguir seguidores incondicionales y aplausos baratos. Creo que el futuro se construye siendo enemigos de instituciones y costumbres, pero no de personas satanizadas y deshumanizadas a las que se sacrifica en el altar del bien común. No creo que la caricatura del comunista avieso y malévolo que odia la libertad represente realmente a la mayoría de los luchadores de izquierda que he conocido en persona, desde el más humilde organizador popular de Asamblea de Barrios hasta a Fidel Castro (que al menos algún día fue honesto y no había perdido todos los tornillos para creerse un mesías), por supuesto, pero tampoco creo que la caricatura del empresario psicopático, genocida, deshonesto y cruel se adapte a la realidad de la mayoría de los empresarios que he conocido en mi vida, desde la modesta chica que tiene una tienda de abalorios en Gijón hasta el dueño de Cementos Mexicanos. Me queda claro que ambos pretenden ganar dinero y vivir con ciertas comodidades, como me queda claro que la posibilidad de explotación del segundo es mucho mayor que la de la primera, pero no necesito pintarlo como guardia de campo de concentración para luchar porque sus trabajadores tengan mejores salarios y prestaciones, derechos y participación en los beneficios de la empresa.
Y, sobre todo, le tengo muchísimo miedo a los que detectan bien los problemas, los diagnostican interesadamente y luego nos ofrecen soluciones simples y sin dolor. La economía es un mecanismo altamente complejo e interdependiente, nos guste o no, y cuando la solución simplona que nos ofrecen es "desregular por completo las labores de la empresa privada y entregarles todo el patrimonio de los estados para que ellos administren a la perfección la sanidad, la educación, el agua y la justicia" no necesito demasiados cursos de economía para saber que me están tratando de vender, para la carrera de mañana, un caballo muerto. Por desgracia, lo mismo tengo que decir de quienes dicen que todo se resuelve derogando por la fuerza el sistema actual e implantando el sovietismo recalentado con más sal y entonces todo funcionará mágicamente bien, las mercancías se producirán y distribuirán maravillosamente, nadie obtendrá "demasiadas" ganancias y lloverán hamburguesas veganas todos los días de dos a tres.
El cambio depende de las preguntas que los de abajo le hagamos a los que se ponen arriba y nos ofrecen en venta su solución. Igual que se le pregunta a Aguirre "¿por qué si la empresa privada es tan buena administradora se fue a la mierda Lehman Brothers y si los grandes empresarios españoles son tan honestos por qué tenemos que pagar el juicio de Díaz Ferrán, ese Atila de todas las empresas que cayeron en sus pezuñas?", se le tiene que preguntar al de la arenga antisistema: "¿cuál es el mecanismo de distribución y compensatorio que pretendes instaurar para que los productos lleguen a quienes lo necesitan? Y, si abolimos el dinero, ¿cómo propones que se maneje y valore el trabajo y la riqueza producida?" Las respuestas, y sobre todo los titubeos a la hora de responder, son los que nos pueden decir qué tan viable es cada camino que nos ofrecen.
Yo, entretanto, sigo creyendo que la organización de base, lo que hoy se llama el "empoderamiento" de los de abajo, del trabajador, del ama de casa, del desempleado, por medio de acciones concretas destinadas a arrancarle reivindicaciones concretas al poder existente sigue siendo el mejor camino para obtener resultados a corto y largo plazo (aunque sea para grupos pequeños y no represente la toma del cielo por asalto) y para que todos aprendamos a usar el poder que sí tenemos, lo que además vacuna contra los mesías, que siempre son una plaga pero que en tiempos de crisis se multiplican como los hongos después de la lluvia, pues todos florecen siempre en el entorno de la desesperación, la demagogia y el simplismo.
(Esto se escribió mucho antes de que apareciera el partidúsculo o lo que sea que se llama