1.6.16

Una mañana en el mostrador de quejas

(Manipulación CC de Atsme sobre fotos de Matskov~commonswiki; y Roger Blackwell.
Vía Wikimedia Commons)
-Hola, vengo a denunciar esto.

-A ver, sí... ummmm... esto está denunciado desde hace años.

-Ya, pero esto no se ha resuelto.

-No, claro.

-¿Cómo "no, claro"? ¡Si esto está denunciado ya lo saben!

-Por supuesto que lo sabemos.

-¿Y no lo han solucionado?

-Hay avances al respecto de esto, se han promulgado leyes, pero insuficientes porque no hay consenso parlamentario... y ha habido campañas y acciones, pero esto no es como hacer un huevo duro. Además, no depende del todo de nosotros. No somos magos.

-Entonces quiero denunciarlo.

-Bueno, si le hace ilusión. Póngase a la cola. La que sale de ese mostrador por la puerta 1 Norte.

-¡Óigame, pero si la cola da la vuelta a la manzana y sigue tres calles para allá!

-Pues sí, pero es la cola para denunciar esto. Todos tienen derecho a hacerlo si quieren.

-¿Lo mismo?

-Sí. A la gente le provoca gran placer denunciar esto, y nosotros tenemos que tomar la queja.

-Pero es un escándalo. Quiero hablar con la persona encarga de resolver esto.

-De momento está ocupada resolviendo otras sesenta y siete cosas. Si puede esperar, para mediados de agosto le puede atender, que es cuando toca dedicarle cuatro horas a esto.

-¿Cómo? ¡Pero si esto es un asunto social gravísimo!

-Sin duda, estoy totalmente de acuerdo con usted. La realidad es que hay otros varios miles de asuntos sociales gravísimos que hay que atender también.

-¡Pero esto es urgente!

-Y los otros asuntos también. Y algunos incluso más urgentes.

-¿Y por qué no ponen a más gente a resolver esto?

-¿Usted sería tan gentil de pagar el sueldo de una persona más para ello? ¿O al menos de ayudarnos a convencer a la gente de la cola de hacer un crowdfunding o un aumentillo de impuestos para contratar a esa persona y agilizar el asunto? Siquiera trabaje para convencer a la oposición que no quiere que se resuelva esto para que, precisamente, no se oponga. ¡Sería de gran ayuda!

-¡Por supuesto que no! Yo vengo denunciando esto como parte de la ciudadanía. ¡Conozco mis derechos! ¡Pago mis impuestos! ¡E insulto a la oposición en Twitter!

-No lo dudo. Los suyos deben ser unos derechos guapísimos y unos impuestos generosísimos. Como los de todos los demás. Pero resulta que tener derechos es sólo la primera parte del proceso de disfrutarlos y ejercerlos. Y las partes siguientes tienen problemas gordos, entre otros que sus impuestos no alcanzan para todo. Sin contar con que, quizás no se haya usted percatado, a la oposición sus insultos parecen resultarle insuficientes para convencerla de votar a favor de resolver esto... y otras muchas cosas.

-¡Pues a la calle con ellos!

-No es tan fácil. Les han votado y la gente parece tenerle cierto cariño a su voluntad electoral. Quizá usted tenga interés en trabajar voluntariamente con nosotros para resolver esto. Hay mucho qué hacer.

-¿No hay ONG que se encargan de esto?

-Claro que las hay. Pero, ¿de dónde saca usted que las ONG constan de voluntarios? En la mayoría, el presupuesto se usa principalmente para pagar salarios, de modo que se avanza poco en esto y mucho en el bienestar de los que instalan ONG. Por eso le sugiero que ofrezca su trabajo voluntario.

-¿Y con eso ya quedará resuelto esto?

-Mentiría si le dijera que sí. Esto que usted denuncia ocurre dentro de un complejo contexto que incluye percepciones públicas, actitudes sociales, realidades económicas, interacciones de fuerzas políticas, intereses encontrados entre distintas colectividades, una fuerte carga subjetiva y un conflicto serio de conceptualizaciones y proyectos de país. Por no volver a hablar del dinero.

-¿Y entonces?

-Entonces seguiremos trabajando para solucionar esto como se ha solucionado todo a lo largo de la historia: poco a poco, con las limitaciones que tenemos como organización, con los defectos horribles de los seres humanos que la conformamos, que entre nosotros luego se cuelan unos pillos que para qué le cuento...

-¡Eso hay que denunciarlo!

-También está denunciado, pero si quiere, la cola para volver a denunciarlo es la que sale por la puerta 4 Oeste.

-No, déjelo. Siga, entonces, ¿cómo dice que están solucionando esto?, porque no parece que lo estén solucionando y es indignante.

-... pues le decía, que se solucionará con dos pasitos para adelante y uno para atrás, con gritos y aspavientos, con mucha gente haciendo negocio con la denuncia, con unos pocos preocupados de verdad por resolverlo, con muchísimos convencidos de que denunciando y, como dicen ahora, "visibilizando", y con pancartas y artículos en el periódico, están impulsando la historia hacia adelante. Y al final se avanzará un poco. Si hay suerte, habrá avances sustantivos en algún momento. Sobre todo si se dan las condiciones para que el responsable de resolverlo pueda hacerlo sin que le den un tiro o insulten a sus hijos en la escuela o le acaben diciendo que no puede volver a trabajar en su vida y se tiene que ir de gondoliero a Venecia con una identidad falsa.

-Pero se resolverá.

-Para algunos.

-¿Cómo?

-Claro. Toda la gente de la cola quiere denunciar esto, pero no todos están de acuerdo en cuál es la solución correcta. Es decir, que no es posible resolverlo para todos. Algunos quedarán muy insatisfechos. Y vendrán a denunciarlo

-Aquí hay que poner a alguien que sí cambie las cosas.

-Sería un milagro... Pero los milagros no existen. Esto no depende de un alguien sino de muchos o de todos. Por eso cuando un alguien promete que lo resuelve todo fácilmente en dos días y lo ponen al frente del asunto, generalmente se retrocede décadas, en el mejor de los casos. En esto y en todo. Lea un poco de historia, por deprimente que resulte.

-¿Y las denuncias, entonces, no sirven para nada?

-Pues sí, sí sirven, para que no olvidemos que esto está allí, para que los encargados sientan la responsabilidad de resolver el asunto y para educar a otros. Incluso para que se sugieran mejores soluciones a esto. Pero sobre todo sirven para que el que denuncia se sienta bien, importante, rebelde, contestatario y supercuqui, y tenga algo de qué hablar cuando se va de cañas con los colegas el sábado.

-¡Está llamando irrelevantes a los ciudadanos conscientes que protestan y se indignan por esto..!

-No exactamente. La situación de la denuncia es como cuando ocurre un accidente de tráfico. Si no se avisara a los servicios de emergencia, no podrían llegar a tratar de salvar a los lesionados, detener a los responsables y restaurar el tránsito de vehículos. Pero si en el momento en que ocurre el accidente hay doscientas personas llamando al mismo teléfono de emergencia, pues al menos 195 de ellas son irrelevantes. Causan problemas, sobrecargan el sistema y no hacen nada por los heridos ni por detener al culpable, pero se sienten bien porque denunciaron... aunque estén viendo a otras 199 personas marcando el número de emergencia.

-¿Y entonces no quiere que llamen si ven esto?

-No he dicho eso. Pero si usted ve que hay veinte periodistas que viven de denunciar esto todos los días en los periódicos, si ve que hay tanta gente en las redes sociales repitiéndolo, pues subirse al carro no es una aportación demasiado enriquecedora, con todo respeto a su denuncia y a su justa indignación, por supuesto. ¿Pasa usted a la cola?

-¿Tiene prisa por deshacerse de mí?

-De ninguna manera. Pero es que esas doscientas personas que llegaron después de usted y están haciendo cola, pues también necesitan saber en qué cola ponerse para denunciar lo que quieren denunciar. Si mira para atrás, algunos hasta traen su pancarta y su megáfono de mano. Es como un uniforme.

-¿Y entonces?

-Pues vaya usted a su cola. Porque de lo del voluntariado y el crowdfunding y los impuestillos...

-¡Faltaba más! ¡Quiero denunciarle a usted! ¡Que no, que no, que no me representa!

-Vaya por el pasillo de la izquierda y por la puerta 3 Sur sale la cola de los que vienen a denunciarme a mí. Que tenga usted un buen día.