Zapatero firmando la reforma constitucional. |
El sitio Formspring donde respondí muchas preguntas hace algunos años, ha pasado a mejor vida. Tengo copias de todo, pero ahora no está accesible en línea. Por eso quiero compartir esta reflexión del 24 de agosto de 2011, antes del adelanto electoral, al día siguiente que Zapatero propuso la modificación al artículo 135 que ha sido el caballito de batalla del PP y de Podemos para montar sus respectivos teatros de falsedades, el PP para destruir el estado de bienestar que erigió el PSOE prácticamente en solitario, y Podemos para ocupar el lugar del propio PSOE mediante la demagogia y la simplificación.
No creo ser un analista especialmente dotado. Esto significa que lo que yo podía ver hace cuatro años lo podía ver cualquiera, y quien optó por no verlo no creo que tenga mucho derecho al lloriqueo y menos aún a la impunidad en la mentira. Reproduzco la respuesta tal como la redacté en ese momento, errores y omisiones incluidas.
Como segunda parte, en la siguiente entrada, una respuesta adicional sobre el 135 que di a principios del 2015, corregida y revisada, con datos que han sorprendido a muchos que llevan cuatro años opinando sin tener idea de qué trata el asunto.Hola! No hago más que buscar información sobre qué es "el techo de gasto", "límites de gasto público"... pero no me aclaro, lo podrías hacer tú? Si se obrase un "milagro" y pudiéramos votar realmente no sabría el qué votar ni por qué.
Simplificando, porque la situación es mucho más compleja y no pretendo entenderla en su totalidad pues no soy economista, igual alguien con más información viene y me da una colleja, pero la idea general es la siguiente:
Los países, como muchos particulares, viven de crédito. Es decir, se financian pidiendo dinero prestado a los particulares en la forma de bonos que van pagando a largo plazo, es la llamada "deuda pública" (distinta de la deuda privada, que es lo que personas y empresas le deben a prestamistas de otros países). Esto lo hacen todos los estados, de derecha o izquierda, pobres o ricos. Y los dueños del capital financiero que compran los bonos (o, más bien, sus empleados dedicados a ello y los empleados que califican las economías como Standard and Poor's) deciden si el riesgo vale la pena o no.
La llamada "prima de riesgo" es el sobreprecio de interés que exigen los compradores para adquirir esos bonos comparado con un marco de referencia que es Alemania (los bonos se compran en subastas). Si para comprarte tus bonos te exigen que les pagues un interés de 1% más que Alemania, la prima de riesgo son 100 puntos, si piden 3,16% más, la prima de riesgo es de 316. Así, viene resultando que las economías más débiles o más endeudadas tienen que pagar más intereses por el dinero que piden prestado que las economías más fuertes. (Lo mismo pasa en la banca privada, un milmillonario puede conseguir préstamos a tasas de interés mucho más bajas que un pelagatos como yo.)
La diferencia entre lo que un gobierno de un país ingresa en un año (por impuestos, servicios y demás) y lo que pide prestado en ese año es el tal "déficit", que se mide como un porcentaje del Producto Interior Bruto del país. Si un país se endeuda demasiado y no tiene una economía sólida, el peligro que corre es que nadie quiera comprar sus bonos o se los compren a intereses tales que una parte demasiado grande del dinero de sus ingresos se vaya en intereses y tenga que desposeer a su pueblo de servicios y bienes. Si no le compran sus bonos, se queda sin dinero, no puede pagar a sus funcionarios y a sus proveedores, y entra en suspensión de pagos como una empresa o un particular. Si ello llega a pasar, no es sólo que el estado se arruine, sino que el país entero se arruina, la actividad económica cae, nadie compra, muchos venden, el desempleo se dispara, la moneda pierde valor, etc.
Países como Grecia, al borde de la bancarrota, son "rescatados" dándoles (o prestándoles a bajo interés) dinero para que paguen sus altos intereses a los prestamistas, pero a cambio de que reformen su economía de modo que garanticen que el día de mañana podrán pagar tanto a los acreedores originales como a los países que les prestaron dinero para "rescatarlos", lo que los pone en una situación de sumisión terrible.
(Nota 1: Todo esto creo que ayuda a entender también por qué las incesantes declaraciones del PP contra la economía española son una deslealtad rayana en la traición: so pretexto de reventar al PSOE han corrido el riesgo de realmente hundirnos, llevarnos a una prima de riesgo insostenible y a la consecuente bancarrota y "rescate" ruinoso para todos menos para los dueños del dinero.)
(Nota 2: No digo que esto sea bueno, simplemente describo cómo está organizado el mundo y aunque sea deseable reorganizarlo, o sea claramente injusto y beneficie al poderoso -como siempre- el proceso para refundar la economía mundial en todo caso sería bastante más complejo, exigente, tardado y necesitado de poder de lo que suele creer un par de miles de bienintencionados justamente cabreados echándose el rollo en una plaza.)
Para controlar la crisis, una de las cosas que se plantea la ortodoxia económica es la reducción del déficit, es decir, que no puedas pedir prestado más de un determinado porcentaje por encima de tus ingresos. Aunque eso suena en principio razonable, tiene el peligro de que bajo gobiernos neoliberales, cuando es necesario reducir el gasto empiezan desde abajo, en las prestaciones sociales: sanidad, escuelas, vivienda pública, servicios. Por eso algunos simplifican diciendo que la propuesta "reduciría el gasto social", sobre todo si gana Rajoy, cosa que pocos parecemos estar dispuestos a tratar de impedir. En este caso, los países económicamente poderosos de la zona euro (Alemania y Francia) han exigido que se establezca un límite para reducir el déficit que perjudica a todos.
En un gobierno progresista, se puede reducir el déficit y controlar el gasto pero desde arriba: eliminar prebendas de políticos, dar pasos sólidos para disminuir el dispendio, beneficios fiscales absurdos, la corrupción, etc. Pero no es fácil. Sobre todo no es fácil cuando el gobierno "progresista" está por un lado agarrado de las bolas por parte de los dueños del dinero y por otra parte no tiene el apoyo de sus propios ciudadanos para tener cierta fuerza política que le permita enfrentar la exigencias exteriores, que es lo que le ha pasado a Zapatero. Hay acciones absolutamente indeseables y "no de izquierda" que se ve obligado a asumir porque está bajo chantaje de quienes nos pueden realmente hundir en la miseria, pero esto no debe hacernos olvidar que esas acciones, y muchas más, serán emprendidas con alegría e intensidad por un gobierno vocacionalmente neoliberal como sería el de Rajoy. Si Zapatero hace X y está mal, y nos cabrea, y nos indigna, y nos parece inaceptable, esto no quita que Rajoy hará X elevado a la n potencia.
Quienes simplemente se oponen a limitar el déficit, por desgracia, no ofrecen más opción que "no quiero, no quiero y no quiero", sin proponer alguna alternativa razonable para solucionar el problema de una economía rengueante como resultado de décadas de malas prácticas puestas en solfa por una crisis mundial, no inventada en Moncloa, sino mundial de verdad. Es decir, si no limitamos el déficit, ¿lo que queremos es que el gobierno (socialista o neoliberal, da igual) tenga libertad absoluta de endeudarnos hasta arruinarnos?
Por otro lado, si se pone un techo al déficit y por tanto se ponen las bases para limitar el gasto público, ¿cómo hacemos para que esto no se convierta en una pérdida adicional de logros del estado de bienestar como ha ocurrido en todos los países desde que la dupla Reagan-Thatcher decidió recuperar el mundo de los malvados rojos?
No hay respuestas fáciles, pues, por mucho que digan que con un referéndum que rechace la reforma alcanzaremos la utopía recubierta de rico chocolate, o los otros digan que basta reducir el déficit para que mañana todos desayunemos en tacita de plata.
En un mundo racional y razonable -según yo- las fuerzas sociales (como los sindicatos, minipartidos, 15M y demás) aprovecharían para ofrecerle su apoyo al gobierno a cambio de que la reforma constitucional incluyera otros puntos para evitar los recortes sociales, garantías de mayor transparencia y estipulaciones sobre gastos intocables (digamos, porcentaje del PIB para educación y sanidad en función de la población atendida). Así se podrían tener los beneficios que ciertamente ofrece el vivir menos de prestado sin por ello sacrificar demasiado los derechos sociales. Pero no veo a nadie interesado en ello. La reacción ha sido la habitual de "todo o nada" que se limita a salir a la calle con una pancarta que empieza "No a..." y organiza una recogida de firmas inútil para que se vea que no queremos eso sin saber ni qué es ni con qué se come.
El más probable resultado de esa miopía de los activistas sociales (y de los intereses espurios de algunos, como los líderes sindicales corruptos y comodones, la pseudoizquierda decimonónica necesitada de algún escaño más para sus jefecillos y los profesionales de la agitación) será, por desgracia, que la reforma constitucional se hará sin más, ni concesiones, ni límites ni añadidos en favor de las mayorías... luego entre todos auparán a Rajoy al poder y en un par de años se harán realidad las predicciones de quienes se oponen a la reforma pero no hicieron nada por moderarla o aprovecharla en su beneficio.